miércoles, 21 de mayo de 2014

Psiquiatría y los derechos de las mujeres: las pasiones de Mathilde Rodríguez Cabo


En el año de 1922 a los 20 años una mujer originaria de San Luis Potosí, intentó ingresar a la carrera de Médico Cirujano en la Universidad Nacional de México.  En esta época para las mujeres el acceso a la educación era aún limitado y poco aceptado por lo que las autoridades universitarias, le dificultaron el acceso. Tras exigir insistentemente la libertad de estudiar en la universidad consiguió ser alumna, pasando a formar parte de un reducido grupo de mujeres mexicanas con una carrera universitaria. Su nombre era Mathilde Rodríguez Cabo. Quizá ésta fue de las primeras veces en que se enfrentó a la discriminación por ser mujer, y tal vez por esta razón también dedicó parte de su vida a la lucha por los derechos de las mujeres

En 1929 la sociedad Alexander von Humboldt becó a la joven médica para estudiar una especialidad en psiquiatría y neurología en los Cursos Internacionales de Perfeccionamiento Médico que se impartían anualmente en la Universidad de Berlín. De esta manera, la doctora formó parte de un pequeño y privilegiado  grupo de mexicanas que contaban con una carrera universitaria y estudiaban una especialidad.

Al concluir  sus cursos  de psiquiatría y encontrándose todavía en Alemania, el gobierno mexicano la comisionó para viajar  a la Unión Soviética para investigar y conocer los métodos de protección a la infancia que se realizaban en aquel país.

En 1932 se creó el Pabellón Infantil en el Manicomio General de La Castañeda, suceso que respondió  al contexto de preocupación generalizada por la infancia que inundó al siglo XX mexicano. En octubre de 1932, el director del Manicomio General notificó a Rodríguez Cabo su designación como directora del Pabellón de Psiquiatría Infantil. Las primeras labores de la doctora fueron elaborar un proyecto de organización del pabellón que diera eficiencia tanto en los servicios como en los fondos del manicomio. En su gestión al frente del Pabellón Infantil intensificó el trabajo de los enfermos mentales, intentando una readaptación social que, sin olvidar las circunstancias clínicas específicas a cada caso individual, capacitara al enfermo para la vida social, lo hiciera individuo responsable, con capacidad de trabajo. 

Mathilde Rodríguez (al centro) con enfermeras del manicomio La Castañeda
La psiquiatra no sólo sobresalió en el campo de la psiquiatría infantil, pues también destacó por sus actividades en torno a la lucha por los derechos de las mujeres. 

Mathilde Rodríguez Cabo militó en el PNR y colaboró en el gobierno de Lázaro Cárdenas, quien la nombró titular del Departamento de Previsión Social del Departamento del Distrito Federal

También formó parte de las mujeres que dentro del partido se organizaron en el año de 1935 para fundar el Frente Único Pro Derechos de la Mujer, organización caracterizada por ser una incluir distintas organizaciones femeninas y feministas con ideologías políticas diversas  y en donde se afiliaron más de cincuenta mil mujeres. Las mujeres exigieron, por ejemplo: abaratar los artículos de primera necesidad, aumentar los sueldos y salarios de las mujeres trabajadoras, limitar la jornada laboral a ocho horas.

En el FUPDM convivían tendencias feministas que sostenían posiciones políticas conservadoras en las que se señalaba que la mujer debía ser una esposa consciente y una madre abnegada, y tendencias que defendían un feminismo avanzado o socialista. En estas últimas se encontraba Mathilde Rodríguez Cabo, quien sostenía que la opresión de la mujer era tanto económica (trabajo fuera del hogar), familiar (en el hogar), como social (por el hecho biológico de ser mujer).

La Dra. Mathilde Rodríguez Cabo también se interesó por la condición laboral de las mujeres, especialmente de las obreras en la industria. Formó parte de las feministas que participaron en los congresos de los años treinta para resolver las problemáticas de las trabajadoras, como su bajos salarios y la falta de protección a sus hijos a través de centros de cuidado; su fondo documental atestigua su participación en el Congreso Nacional de Mujeres Obreras y Campesinas el 28 de septiembre de 1931. 

Entre las muchas preocupaciones feministas de la doctora, como la participación de las mujeres en la política; la educación de las mujeres y su desarrollo intelectual; la despenalización del aborto; la prostitución, para ella el tema del trabajo femenino era el más importante dentro de la agenda que debían ocupar las luchadoras por los derechos de las mujeres, pues era el que más evidenciaba la desigualdad que padecían.

La psiquiatra quizá se interesó mucho en las mujeres obreras debido a su postura socialista, teoría marxista en donde se sostiene que el proletariado, o clase trabajadora, vive en desventaja dentro del modo de producción capitalista, el cual está compuesto por una sociedad dividida en clases. Ella consideraba que esta organización desigual de la sociedad capitalista también determinaba la distribución dentro del hogar en donde los varones detentaban un poder superior a partir de una división del trabajo en donde a las mujeres se les asignó la función de procreación de los hijos.

Apoyó la idea de la feminista y política socialdemócrata alemana Clara Zetkin que la emancipación de la mujer tiene que ser obra de la mujer misma, porque pensaba que sólo ella era capaz de plantear correctamente sus necesidades específicas y de proponer los medios para remediarlas; pero esto no quería decir para ella que la mujer habría que luchar de manera aislada e independiente del hombre, ya que los problemas de las mujeres no se resolverían transformando la lucha  por su reivindicación en una lucha de sexos.

"Nada se ganaría si la mujer, triunfadora en tal lucha, lograra invertir los papeles y se posesionara de la situación de superioridad que actualmente tiene el hombre, como tampoco sería completo su triunfo, si aspirando sólo a obtener la misma situación que el hombre, lograra hacer desaparecer las diferencias que por razones de sexo existen, ya que en ese caso persistirán las diferencias por razones de clase."

Para Rodríguez Cabo las mujeres eran un grupo competente y capaz de generar cambios trascendentales en México a través de su intervención en la sociedad por medio de la política y la propuesta de ideas encaminadas a generar programas sociales. Ellas podrían ayudar a reducir la miseria y la incultura, así como promover el desarrollo democrático y económico, por eso les correspondía luchar por su incorporación a la vida política, económica y cultural del país. Mathilde se calificó a ella misma como una feminista y una mujer progresista, cuyo más grande ejemplo fueron las mujeres rusas que participaron a favor del movimiento revolucionario, así como las sufragistas inglesas y americanas, entre ellas Carrie Chapman Catt en Estados Unidos; Emmeline Pankhurst; y la alemana Rosa Luxemburgo.

Mathilde Rodríguez Cabo fue una mujer progresista porque, a diferencia de la mayor parte de la población que nació a principios del siglo XX, no pensaba que las mujeres debían estar relegadas al hogar. Aunque sí creía que las mujeres estaban destinadas a la reproducción, no aceptaba pensar que éste fuera el único fin en sus vidas, pues también distinguió en ellas la capacidad para contribuir al desarrollo del país a través de su desempeño político e intelectual, y por medio de su trabajo fuera del espacio doméstico. Sin duda, se caracterizó por su profunda  conciencia de la importancia  de la mujer en la vida profesional, social y política del país. 

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