martes, 20 de mayo de 2014

El feminismo en México (1920 y 1930)


Durante los años veinte, una de las movilizaciones más enérgicas fue la que buscó el sufragio femenino. Las representantes se caracterizaron por ser instruidas; eran profesionistas, periodistas, y maestras cuyo nivel económico y estatus social les permitió integrarse en la esfera pública con mayor facilidad.

La década de 1920 fue un periodo donde las feministas mexicanas se afiliaron a grupos feministas extranjeros, especialmente de Estados Unidos y de algunas partes de América Latina, esto fue posible gracias a sus encuentros en diversas conferencias. En 1922 en Baltimore se llevó a cabo la primera Conferencia Panamericana de la Mujer en donde se promovió el voto femenino. Como en Estados Unidos las mujeres recientemente habían obtenido este derecho (1920), se asume que las feministas fueron influenciadas por el movimiento norteamericano y lo tomaron como ejemplo.
Sufragista estadounidense con pancarta que dice
"Ayúdanos a ganar el voto"
El acceso a la educación, la trata de mujeres, y el derecho de las casadas a manejar sus bienes fueron otros temas que se debatieron. Como consecuencia de los encuentros en Baltimore, en México continuaron las reuniones en torno a las problemáticas femeninas. 

La actividad feminista se incrementó en los años treinta debido a que varias mujeres trabajadoras se unieron al movimiento. La razón para que voltearan sus miradas hacia el feminismo fue porque vieron en él una solución a sus problemas laborales que se agudizaron tras la depresión económica de 1929. El censo de 1930 reportó una disminución drástica del número de mujeres que trabajaba fuera de sus casas, en cualquier empleo, para obtener un salario. A raíz de esta situación fue que se realizaron tres Congresos Nacionales de Obreras y Campesinas (1931, 1933 y 1934) en donde se discutieron temas como: cooperativas de producción en el campo, licencias de maternidad,  beneficios del reparto agrario para mujeres, y los salarios mínimos industriales y para el trabajo doméstico. 

Julia Tuñón considera que la lucha planteada por las mujeres durante el cardenismo (1934-1940) ha sido el periodo más brillante del feminismo mexicano, gracias a que se estructuró ante el Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM), caracterizada por ser una organización que incluyó distintas organizaciones femeninas y feministas con ideologías políticas diversas  y en donde se afiliaron más de cincuenta mil mujeres. Su esposa, Amalia Solórzano auspició la creación del FUPDM.


Lázaro Cárdenas acompañado de su esposa Amalia Solórzano (al centro)
A pesar de la larga lucha por el sufragio, y de que en el tercer informe de gobierno Lázaro Cárdenas se manifestó a favor de ceder el voto a las mujeres, el decreto que concedía este derecho se publicó en el Diario Oficial hasta 1952. Se ha argumentado en los trabajos historiográficos del feminismo mexicano que la razón por la que no se cedieron los derechos políticos a las mujeres tuvo que ver con el temor, por parte del gobierno, que se utilizara el voto para favorecer a un partido político conservador. 

En la década de los años veinte y treinta las mexicanas se organizaron de una manera efectiva y trabajaron insistentemente para conseguir igualdad civil y de derechos políticos; hubo reformas al Código Civil de 1927 que reflejaron los frutos de su esfuerzo y del de sus predecesoras de finales del siglo XIX y de la Revolución. Sin embargo, una de las debilidades del movimiento feminista en México fue la falta de continuidad de sus dirigentes y organizaciones de una década a otra. 



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